¿Sabes que a finales del siglo XIX y principios del XX los profesores de universidad dictaban las lecciones y al final se ponían en la puerta para responder a las dudas que los alumnos les podían plantear cuando salían de la clase? Esto hoy día nos resultaría ridículo. Pero igual de ridículo es que los profesores y docentes se limiten en la actualidad a transmitir conocimientos cuando esos conocimientos están al alcance de todos si los buscamos en Internet. ¿Quiere eso decir que hoy día los profesores no son importantes? En absoluto, pero sí se hace necesario repensar su papel.
El profesor, visto como esa persona que asimila conocimiento para luego transmitírselos a sus alumnos, ha perdido vigencia. Como decía antes, los conocimientos ya están ahí, al alcance de todos. El docente que acumula títulos y un largo currículum de publicaciones, especializado en un aspecto muy concreto del saber también ha perdido interés, porque acreditar que sabes mucho, no indica necesariamente ni que seas un buen profesor, ni que sepas transmitírselo correctamente a tus alumnos, ni siquiera que seas tan necesario para tus alumnos.
Repensar el papel del docente
Ante esta realidad, ha llegado el momento de repensar el papel del profesor. Si entendemos como profesor a esa persona que enseña una disciplina, ciencia o arte su papel, su función sigue siendo importante, pero hay otra función que pasa a ser prioritaria: esa función es el de orientador, coach, guía…
En un mundo cada vez más dinámico y cambiante, los alumnos necesitan una persona que les guíe, que les ayude a orientar su carrera profesional, que les muestre todas las alternativas laborales, que les enseñe a emprender e incluso, que les ofrezca alternativas a los estudios que han elegido.
Aptitudes
Un profesor del siglo XXI es aquel que conoce la profesión que enseña, lógicamente, aunque no sea especialista en la materia. Pero también tiene que tener otras aptitudes, no menos importantes que la anterior. Y entre esas aptitudes está la de saber enseñar y transmitir los valores con los que van a tener que competir sus alumnos en la sociedad que les ha tocado vivir.
Eso valores son, entre otros, trabajar en equipo, motivación, emprendimiento… El conocimiento generado en el último siglo (y el que se sigue generando) es tan vasto que no es posible que esté en una sola cabeza. Al mismo tiempo, la sociedad actual es tan compleja que necesita soluciones complejas a los problemas que ella misma genera. Por todo esto, los profesionales del futuro están condenados a trabajar en equipo, pero no solo con miembros de perfiles culturales similares, sino incluso con otras personas de perfiles culturales dispares.
La globalización trae consigo competir en mercados mundiales. Los productos, servicios y su comercialización exigen de equipos multidisciplinares y multiculturales, de culturas muy distintas, con valores dispares, pero condenadas a entenderse para sacar proyectos adelante. La tolerancia, la empatía y la capacidad de análisis y de resolución de problemas, así como la proactividad son valores que el docente deberá enseñar y transmitir. Todos estos valores son tan importantes como los contenidos. Todos estos valores tienen que trabajarlos un buen profesor o un buen formador.
La motivación
La motivación es otro valor importante. La motivación es la energía necesaria que empuja a las personas a iniciar proyectos, a seguir adelante y a no cesar hasta conseguirlos. Además, la motivación es lo que mantiene la esperanza de lograr los objetivos, empuja a las personas a buscar soluciones alternativas cuando surgen los problemas y evita el fracaso en las empresas cuando las cosas no salen como uno las espera en un principio.
Buen emprendedor
Un buen profesor tiene que ser un buen emprendedor. El mercado laboral no ofrecerá a los profesionales, posiciones laborales duraderas, así que el profesor deberá enseñar a sus alumnos a vivir con la incertidumbre y a buscar soluciones a sus problemas laborales. Deberá inculcar a sus alumnos a que aprovechen las oportunidades de negocio que se presenten en su sector, a que detecten esas oportunidades, a que vean cómo pueden engarzar sus conocimientos en esas necesidades, a que elaboren un proyecto y a que lo persigan hasta lograr el objetivo. Pero no solo eso, en esta economía tan cambiante, una vez logrado el objetivo, ese objetivo habrá que modificarlo para adaptarlo a los nuevos tiempos y necesidades, con lo que vuelve a comenzar el ciclo.
¿Qué metodología utilizamos para transmitir todo esto? Pues una metodología que lo recoja todo y esa metodología no es otra que la de trabajar por proyectos. El profesor deberá coordinar la clase para que entre todos trabajen un proyecto, porque para ello deberán trabajar en equipo, resolver los problemas e inconveniente que vayan surgiendo, saber sobreponerse a los contratiempos…
Estas serán las necesidades que tendrán los profesionales y no solo del futuro, sino también los del presente, por lo que la nueva figura del profesor tiene que dar respuesta a esa carencia, cubrir la necesidad que los alumnos tienen de entrenar estas actitudes y fomentarles la proactividad y la anticipación de problemas para enfocar y reenfocar correctamente su carrera profesional a lo largo de su vida.
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