Toda mi vida profesional la he desarrollado en provincias, algunas de ellas en provincias muy pequeñas en cuanto a población, como Palencia. Nací, crecí y estudié la carrera en Bilbao, en los años ochenta, cuando ETA mostraba su peor cara. Yo colaboraba con una emisora de radio y las noticias, todas ellas de alcance nacional, no faltaban. Era bonito ser testigo de esa parte de la historia. Era periodista en el centro de la noticia.
Pero entonces terminé la carrera y envié mi currículum a casi todos los periódicos de España (era el medio que más me gustaba y en el que me encontraba más a gusto). Recuerdo que primero me llamaron de La Línea de la Concepción para trabajar en la sección de Local de un periódico. Hoy día habría ido sin dudarlo, pero entonces ¡madre mía! Yo quería ausentarme de Bilbao una temporada porque me apetecía un cambio, pero tampoco quería irme tan lejos porque en Bilbao tenía muy buenos amigos y no quería perderles.
Menos mal que al día siguiente me llamaron también de un periódico de Santander. Fui a hacer una prueba y en ese mismo día me dijeron que uno de los puestos era para mí. Podía empezar a trabajar al día siguiente. ¡Perfecto! Santander era una ciudad que me gustaba, salía de Bilbao pero tampoco me iba tan lejos.
¿Pero en Palencia hay noticias?
Tres meses de becario en Santander y me trasladan (ya con contrato) a Palencia ¿Pero en Palencia hay noticias? Me preguntó una amiga. ¿Y qué razón tenía? Esta es una cara del periodismo que no te enseñan en la facultad. En los municipios pequeños, a diferencia de los grandes donde hay que seleccionar lo que se publica y lo que no, en los municipios pequeños, como decía, hay que llenar páginas (o minutos de radio y televisión), porque los lectores quieren enterarse de la misma manera que los vecinos de las grandes ciudades de lo que pasa en su localidad, aunque muchos días no pase nada. Y también porque las empresas tienen que vender contenido, que es de lo que viven. Por eso, en los municipios pequeños, hay que construir las noticias.
Pero en esta búsqueda de historias con las que llenar el soporte para que al día siguiente compren el periódico o presten atención a la emisora de radio o televisión local, llegamos muchas veces, sin pretenderlo, a contar las historias que verdaderamente interesan a los vecinos, esas historias que en las grandes ciudades pasarían totalmente desapercibidas, porque siempre habría cosas más importantes de las que ocuparse: me refiero a la labor de asociaciones, clubs deportivos, pequeñas obras en las calles por las que caminas todos los días, problemas de vecinos a los que conoces… El periodista de pueblo es el que hacer periodismo de verdad, el que se ocupa de lo más cercano y más interesa a sus lectores.
Mejor periodismo
Recuerdo también en campañas electorales o eventos en los que llegaban los periodistas de Madrid y nos miraban a los de provincias, como se suele decir, por encima del hombro. En provincias, el periodista está mucho más valorado por sus vecinos que en la capital; en provincias, es mucho más difícil ser periodista que en la capital; en provincias, es más importante ser periodista que en la capital y en provincias, se hace mejor periodismo que en la capital, ¿o a mí me lo parece?